Ponernos lo que cosemos
Una de las preguntas más formuladas en cualquier reunión costuril no es si os apetece una nube de leche en el té o si sois alérgicas a las galletitas de pistacho. Lo que realmente interesa saber es si por fin habéis estrenado alguna de las muchas prendas que os habéis cosido.
Y es que esta información es de interés público para todo el sector. Porque el triunfo de unas es el triunfo de todas. Pero es muy habitual que la respuesta sea un tanto vaga y confusa y la conclusión final, que el vestido está colgado de una percha en la parte más oscura del armario con una propietaria no muy segura de cuándo ni cómo llevarlo.
¿Por qué cosemos prendas y luego nos cuesta llevarlas?
¡El gran dilema! Llevo años cosiendo y son muchas las prendas y proyectos de prendas distribuidas en maletas, armarios y cajas. Huelga decir que me he encontrado en ese punto infinidad de veces, y analizando, pensando y charlando con otras costureras han salido a la luz diferentes aspectos psicológicos de nuestro comportamiento. Vamos a analizarlos relajadamente tumbadas en el diván de Betsy.
– Vivimos en una sociedad tecnificada e industrializada donde los productos se producen en serie y tienen acabados y formas geométricamente perfectas. Es difícil, aunque muy sano, intentar huir de la programación a la que estamos sometidas y que nuestro ojo empiece a relajarse y poder comprar naranjas orgánicas con sus bollos y colores parcheados. Es la base para poder valorar la esencia de todo lo hecho a mano y en sintonía con la naturaleza.
– Cuando vamos de compras, lo que nos acabamos llevando a casa no es simplemente un pantalón o una camiseta. Lo que hemos comprado es una idea asociada a esa prenda. El interiorismo de la boutique, la música, las prendas colocadas estratégicamente en colecciones con imágenes inspiradoras… es un cóctel infalible y del que resulta difícil escapar. Os habrá pasado más de una vez que al llegar a casa y sacar la prenda de la bolsa, habéis soltado un: ¿en qué estaba pensando yo cuando he cogido este pingo? ¡Claramente estábamos seducidas por el despampanante envoltorio del marketing!
– En mayor o menor medida, los seres humanos somos influenciables y nos da seguridad ver que algo gusta y lo lleva una porción importante de gente, ya que creemos esquivar el ridículo. Esta es una razón más de por qué llevamos las prendas compradas más alegremente que los modelitos cosidos por nosotras.
– Los comentarios y opiniones de conocidas y no tan conocidas no deben tomarse al pie de la letra ni hacer de ellos una verdad inamovible. Cuando son positivos y nos hacen sentir bien es como el elixir de la juventud, pero ¿qué pasa cuando nos cuelan un “ yo eso no me lo pondría” o “ a mí no me gusta”?. Pues respiración pausada, mirada relajada y rápido cambio de tema. Este tipo de comentarios no nos aportan nada y tenemos que mantener nuestro equilibrio espiritual intacto. Siempre nos podemos desquitar practicando algún baile intenso o deporte enérgico como el kárate.
Como véis, las costureras estamos sometidas a varias presiones que dificultan que veamos con claridad nuestras creaciones. Debemos ser menos críticas y exigentes con nuestro trabajo y dejarnos llevar por la magia de la costura.
A continuación vamos a ver algunos buenos hábitos a la hora de coser una prenda que mejorarán nuestra percepción final.
Claves para mejorar el resultado final de una prenda cosida
- Analizar el momento de uso de la prenda que queremos cosernos. ¿Es algo que nos queremos poner habitualmente o es para una ocasión especial?
- Tener en mente con qué combinaremos esa prenda y con qué complementos la luciremos. Esto nos ayudará a escoger colores, cortes y fornituras en un marco más realista.
- Probarnos una prenda parecida, ya sea de nuestro armario o en una tienda, para ver si ese estilo o corte nos favorece y de paso tomar nota de algún detalle que nos guste, o que nos disguste, para no repetirlo.
- Seleccionar el tejido con calma y hacer alguna pequeña prueba. La caída, el peso, el drapeado, el brillo, el color… son características que hacen que la prenda pase de estar en la sombra a brillar con luz propia. Para llegar a escoger los tejidos con maestría hace falta experiencia y un poco de suerte, así que ánimo y a experimentar.
- Hacer un prototipo de la prenda, para ajustarlo a nuestro cuerpo y adaptarlo al estilo que nos guste y mejor nos siente. Así nos evitamos las sorpresas finales de pinzas que apuntan donde no deben, bolsas que nos ensanchan o larguras cortas sin remedio. ¡Dramas, los justos!
- Contar con una buena amiga, con mayor o menor conocimiento de costura, que nos ayude en el momento de la prueba de la prenda a colocar alfileres y nos asesore desde un punto de vista objetivo.
- Probarnos la prenda final cuando tengamos un humor templado, con los zapatos adecuados y, sin ser necesario acudir a la peluquería, luciendo rostro y peinado pulidos. No hay nada más deprimente que ponerse una prenda combinada con el pijama, el pelo bufado y la cara cansada de coser. ¡En esas circunstancias ni un modelito de pasarela os gustaría!
Después de esta sesión terapéutica en la que hemos visto las trabas y las soluciones para practicar un final de costura más saludable, deben salir a la luz todas las prendas que cosamos. Porque no hay nada más motivador que ver llegar a una amiga con una falda alucinantemente chic y enterarte de que es enteramente de su creación. La imaginación se activa al momento, y sacamos la agenda para apuntar el nombre del patrón y buscar día y hora para ir a mirar tejidos. ¡Así es como debe ser!
¿Os pasa a menudo no poneros la ropa que coséis? ¿Cuál es el punto que más os cuesta para mejorar el resultado final? ¡Esperamos vuestros comentarios y opiniones al respecto!
Vuestra,
Betsy